El día que empecé a quererte a ti, dejé de quererme a mi.
Y es que repetiría cada error, cada pelea, cada lágrima estando juntos. Vendería mi alma, que se encuentra rota, por volver a abrazarte y tener la certeza de que nunca te irás.
Sigo haciendo caso omiso de mi cabeza, y de la de los demás. Mi corazón te llama. Bajito. Tiene miedo, y no sé a qué.
Lo bueno de un corazón roto, es que no puede volver a romperse dos veces...
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