jueves, 11 de octubre de 2012

Día a día.


Me paso los días escribiendo el manual de qué hacer cuando las riendas llevan tu vida y no tú a ellas.
Ella comienza a decidir por sí misma, a hacer lo que el corazón le dicta. Empieza a no arrepentirse. A tomarse las salidas de los domingos con más calma.
Cada mañana el reloj suena a la misma hora, aún sigue siendo esa niña que se muerde los labios para no lanzarlo contra la pared. Cómo te anhela en su rutina. Te habías convertido ya en ella.
Sale a la calle, y lo primero que hace es mirar al cielo. Se pregunta qué le deparara hoy el día. Se acuesta pensando lo bonito que puede ser el futuro incierto. A pesar de lo que a todas horas le come por dentro.
Pasa el día soñando en la siesta que le espera hasta las tres y media. Incluso hace días que no miraba las fotos de hace unos meses. Miento. Hoy ha vuelto a caer.
Lleva escrito en su mente lo que quiere hacer,  y no lo que debe.
Ya le da igual romper a la gente. Se repite a sí misma que esta será la última vez. Pero nunca lo cumple.
Me paso los días pensando en por qué ahora que comienzo a decidir por mí misma, y hago lo que se supone que debería hacer, en lugar de lo que quiero, las cosas salen mal.
Ella debe aprender a borrar el deber y comenzar a querer/se.

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