lunes, 23 de enero de 2012

Nadie lo sabe.

Y mientras, el calendario tacha los días él solo, y las agujas del reloj de mi mesilla te reclaman por no poder pasar su tiempo sobre ti. Tarde o temprano las cosas cambian, y los imposibles van cambiando de serlo a no antes de que me de cuenta de como están. Para mí nunca más serán las nueve de la noche hasta que no vuelvas, ya lo sabes. Siento tantas cosas, pero sobre todo, siento no poder decir como me siento. Métete en mi cabeza, aunque de hecho ya lo estás, y haz que esto cambie. Odio al tiempo por tener que ser el culpable de qué tiene que pasar con nosotros. Nosotros somos dos, ¿por qué meter a nadie más?

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