viernes, 16 de marzo de 2012

Cada vez esto es más grande.

Si cada noche noto como se me desgarra el alma, si cada noche vuelvo a empapelar mi mente con el recuerdo, si cada noche es tiniebla, no temo por mí. Ni el dolor es temporal, ni el mismo tiempo lo es. Si cada noche se repite, algún día estropeará al cielo o le hará perder su luminosidad. Y quizá las lágrimas sean más infinitas que lo que las estrellas lo serán algún día. Pero la vida también está hecha de cosas buenas, por llamarlas de alguna forma, que algún día te encuentran. Y si te encuentran de día, apagan tus noches. Y ya nada más se repite, nada malo. Nada que duela, nada que sufra o sufras. Porque por mucho que no se quiera siempre hay algo que es necesario. Deja que la felicidad te roce con sus labios aunque luego se vaya. Al fin y al cabo todo merece la pena. Ni llorar es tan malo, ni reír tan bueno. Algún día dejaremos de ser esclavos de los tópicos, aunque hasta que ese día llegue, cosa que lejana queda, dejémonos encontrar, agarrar. 

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