Sé que aún la echas de menos. Que cuando coges mi mano recuerdas las veces en que eran las suyas, que cuando me besas y abres los ojos, por momentos, quien te gustaría tener frente a ti, no soy yo. Que cuando me muerdes, anhelas el sabor de su perfume, y no el mío. Y sobre todo, que cuando miras mis ojos, por mucho que se parezcan a los suyos, no te reflejan a ti de igual forma.
No es cuestión de ver quién tiene la culpa, sino que a veces, tú no eres la mujer de tu vida, del hombre de tu vida.
O sí, pero aún el tiempo no lo ha demostrado...
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