domingo, 25 de septiembre de 2011

Nunca más digas adiós, creo que no volvería a soportarlo.

Y que vuelva ese momento. Esa carta sobre la cama. Ese sobre rompiéndose bajo mis dedos suavemente. Y que de pronto me pilles desprevenida. Una vez  más. Una vez más en las que esas palabras no suenan sólo en mi mente, si no también en mis oídos. Para que de repente, tus manos asalten mis ojos. Tus labios invadan mi cuello. Y la carta se deslice sobre aquel cajón lleno de tantos recuerdos, sin nombre. 
Nunca habría pensado que se podía llorar de felicidad. Y puedo asegurar que no hay mejor sensación que aquella. Tus dedos parecían incrédulos ante ellas, retirándolas suavemente. Pero poco a poco se convirtieron en creyentes. De mis palabras, de mis días pasados y por venir. 
Sé que tus oídos esperan no volver a escuchar ese: ... cuánto te he echado de menos.
No me vuelvas a enseñar ese encanto tan característico tuyo si no es para quedarte conmigo. Por favor... Sabes que nunca te pido nada. Quiero que esto sea nuevo. Ni como antes, ni como después de que te fueras. Piensa que nunca antes nos habíamos visto. 
Hoy siento que mi mirada ha vuelto a nacer...

No hay comentarios:

Publicar un comentario