El positivismo se va esfumando. Todo lo que me ha elevado, ha hecho que vuelva a caer.
¿Por qué nos autovendamos? Es que no hay peor ciego que el que no quiere ver. Nunca me consideré fuerte. Me he ahogado en miles de vasos. ¿Y por qué? Si sé nadar y bucear. Pero me atraías hasta ese fondo abismal. Dominas, controlas.
Y poco a poco salía a flote, notaba como las cadenas se aflojaban. Miraba atrás, y cada vez te veía más lejos, diciendo adiós. Un adiós malinterpretado. Que se convirtió en un hasta luego.
Emergía del agua para sumirme otra vez en un estado nostálgico del que me costaba salir, pero a fuerza de querer lo conseguía. Ya sabes, hace más el que quiere que el que puede. Y la felicidad me rozaba cada día un poco más, y durante más tiempo.
Pero… volví a ver esa magia innata en ti. Ese encanto. Fatídico.
Recuerdo cuando me decías que la magia no existía, que es aquello que no podemos sentir, que se nos escapa de las manos.
Entonces tú ya deberías estar a años luz...
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