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Me despido hasta dentro de dos semanas!

Disfrutad :)

Aumenta por momentos.

Un día caluroso de verano, tanto por fuera como por dentro. Un aire acondicionado estropeado, y sensaciones prohibidas en un sofá para dos. Son como uno solo. Él la toma en sus brazos, la pone en la bañera y coge el mando de ducha como si fuera una pistola. Apunta, dispara esas balas refrescantes. Gritos de felicidad, ropa mojada. Gotas de agua bajo las que sumergen aquello que sienten, que no pueden esconder. Cosquillitas en los pies, mariposas en la barriga, ella enreda sus manos en su pelo. Pintan corazones con agua en el suelo. Miran sus dedos arrugaditos, imaginan cómo será todo mañana, pasado y al día siguiente. Se preguntan si verán esas arrugas marcadas sobre sus ojos. ¿Qué tal si nos dejamos llevar?. Si nada es para siempre, yo quiero ser tu nada. ¿Tú serás mi siempre? 

Fumar de tu cuerpo.

Una cerveza fría, por favor. Con cuarto y mitad de espuma. Un taburete vacío junto a mí, y una lámpara con dos focos fundidos son mi única compañía en aquel lúgubre lugar. Mis labios, cubiertos con aquel líquido dorado, bañado bajo las olas de espuma culpables de la bandera roja que impide a mis labios saborear algo más de aquello que me ayudará a olvidar, pronuncian tu nombre una vez más. Cógeme en brazos y llévame a casa. Limpia con tus labios la espuma de los míos. Desgarra con tus manos aquel pijama rosa de flores que tanto te gustaba quitarme. No me dejes que haga más tonterías. Si tenemos la capacidad de soñar, es porque podemos cumplir los sueños, ¿no? Sácame de aquí, ni siquiera sé como he llegado a este lugar. Desintoxícame de tus besos. O mejor no. Deja que siga jugando con el fuego que me das.

¿Optimismo?

¿Qué tal si nos dejamos llevar? Disfrutar de los errores que nos encontramos por el camino. Que no quiero que seas mi única droga, que no está mal probar más, que prometo que no me volveré a enganchar. Ni a ti ni a nadie. Que es tiempo de convertir cada lágrima en dos sonrisas, por si una se pierde por el camino. Hacer del placer un estilo de vida, que la felicidad nos calme. Saber que lo que he vivido contigo es real, que no quería perder por nada del mundo la adicción que sentía a tu sonrisa, pero ¿sabes?, estoy segura de que existirá alguna que haga brotar de nuevo esa ilusión perdida, que me haga vivir en una primavera perpetua. Que me encontraré más mariposas por el camino, que me dolerán los pies, pero de tanto bailar y no de huir de lo que habíamos sentido. Disfrutar será la única palabra que llene mis días a partir de hora, llorar, pero de felicidad, saltar y tocar el cielo, pero sin ti a mi lado, recordar, pero sin sufrir, hacer de la nostalgia algo positivo.

Todo pasa.

"Pues voy a levantarme cada mañana y respirar durante todo el día, y dentro de un tiempo no tendré que recordarme que me tengo que levantar cada mañana y respirar. Y dentro de un tiempo ya no tendré que pensar que hubo una época maravillosa y perfecta."

Lo siento una vez más. Volví a caer.

Despierto, miro el reloj. Es tarde, ya ha pasado un día más. Siento el rimmel que me puse ayer en cantidades industriales para intentar avivar el brillo de estos ojos, pero el verde sigue siendo apagado. Siempre te gustaron mis ojos, ¿qué pasaría si supieras que eres el culpable de que no sientan? Con la cara llena de manchurrones, demuestro que no es a prueba de agua, al menos salada. Salgo deprisa de mi habitación, cuando escucho en la puerta de al lado  una voz que me resulta familiar, esa risa que quisiera odiar y lo único que hago es recordarla cada día más. La puerta se abre, haciendo aparecer tras ella aquello que tantas noches anhelaba en mi cama, en mi almohada, en mis sábanas. Siento que veas el espectáculo tan lamentable que llena  mis madrugadas desde hace varios días. Mi voz sólo alcanzó a producir un susurro, un intento de la palabra “miedo”. Sé que lo has escuchado, pero no alcanzo a ver el color de tus ojos, mi mirada está demasiado ocupada en su fábrica de días de soledad.

-Mírame, he vuelto a caer.

La sombra del viento.

"El destino suele estar a la vuelta de la esquina. Como si fuese un chorizo, una furcia o un vendedor de lotería: sus tres encarnaciones más socorridas. Pero lo que no hace es visitas a domicilio. Hay que ir a por él"

Mira más allá.

Tengo la sensación de que lo nuestro va a ser de película. Sí, ¿sabes? Lo típico, dos personas se encuentran por casualidad, viven un romance inolvidable y… Hablo de romance inolvidable, al menos por mi parte. ¿Y tú qué piensas?

Sigamos. Viven lo típico, pasan los años, ninguno olvida a otro, aunque vuelvo a hablar por mí, sigue pasando el tiempo, personas, y ven pasar más trenes que el jefe de una estación cualquiera, de ferrocarril o lo que sea. Pero es que los dos saben cuál es el problema. No quieren ese tren cualquiera, quieren su tren, el que fue inolvidable, el que paró poco tiempo, pero dejó grandes marcas en las vías, el que tuvo que repostar miles de veces, quizá el que no tenía los asientos más cómodos pero sí los más acogedores, en el que no podías dejar maletas porque él era cuanto necesitabas, el que te hacía volar aunque no podía despegarse de su camino. Pero hay otro problema. Probamos más trenes, y siempre hemos sabido que las comparaciones eran odiosas entre unos y otros. La cosa es que el tren vuelve a pasar. Y sí, lo cogemos, porque aunque no sea el mejor a simple vista, es en el que mejores ratos hemos pasado. ¿Dejas que compre tu billete? Pero sólo si limitas la fecha de ida, no quiero volver nunca si no es contigo.

¿Ves aquello? Son mis ganas de tenerte aquí de nuevo.

Típico verano.

Fuiste como un amor de invierno. Sí, como el de verano, pero el que en vez de quitarte la ropa y la tira en la arena de la playa, te la pone en la oscuridad bajo la atenta mirada de esos árboles con las copas llenas de nieve. El que en vez de capuzarte en el agua, lo hace entre sus sábanas, el que no te invita a helado, si no a tazones de chocolate. Los amores de verano llevan cientos de amigos detrás, considerándose cupidos, pero a los amores de invierno les sobra toda esa gente, y más si cabe. La única cosa en común es que los dos acaban. Pero yo quiero que seas mi amor de primavera, verano, otoño, invierno, que nos inventemos estaciones, horas, minutos, sabores, colores…

Regálame un te quiero.

Recuerdo el beso de más que te pedía en cada despedida. Y ahora las noches me queman bajo tu ventana. Recuerdo los arañazos disfrazados de caricias bajo las sábanas del desenfreno. Deléitame con tu baile de besos con el amanecer a nuestros pies y otros tantos de sabor nocturno. Ah no, que se acabó el juego. Recuerda como me deshacía en tu boca. De haberlo sabido te habría pedido un beso por cada día que no estuviera contigo, más uno de regalo. Quizá también una caricia para los días de frío y manta, otros tantos mordiscos que calmen los “te echo de menos” que cada día llaman a mi puerta, y todas tus sonrisas para que iluminen lo poco que queda de ti en mí, o mejor al revés.

No son las palabras más bellas, pero sí las más sinceras.

                             sinceridad

Me quité esa barrera que nos separaba desde el principio, cosa que tú no hiciste, y nos impidió avanzar. ¿El tiempo te ha hecho aprender? Ser egoísta se justifica para algunos medios. Quizá no llegues a leer esto, la falta de valentía es absoluta, pero espero que vivamos todo aquello que no nos concedió el tiempo. Siempre me consideré valiente, ahora discrepo conmigo misma. Demos por hecho que me hace falta sacar todo esto, que ganas no me faltan de esperar bajo tu balcón. Gracias, por haberme hecho ver que no hay que ponerse barreras aunque los demás te las pongan, que aunque carezcas del apoyo para conseguir algo merece la pena sólo porque los demás vean que eres capaz de lo que ellos han puesto en duda (me duele no haber visto todo esto en ti, no eres consciente de todo lo que llevas en ti, y que te llevas de mí contigo, aprende a quitar todas esas cadenas que sabes que pesan más segundo a segundo). Gracias por haberme hecho sentir, por ser amigo antes que cualquier cosa, porque si soy quien soy creo que es gracias a ti en un 90%. Las cosas se nos pusieron difíciles a medida que avanzábamos en el camino. Duele darse cuenta de que pasa el tiempo y te quiero más, de que doy cosas por supuestas demasiado pronto, y que  yo tuve más culpa que tú en todo esto .Sí, fue tarde para rectificar, o lo es, pero las agujas del reloj nos pueden conceder segundas oportunidades, y el día que sienta que sea fuerte para que sepas todo esto, el valor me llevará de nuevo a ti, lo sé.

Dirección desconocida.

Querido destino:

Todo esto ha dado más vueltas en mi cabeza que un tiovivo de la feria de alguna playa en agosto. ¿Y en agosto por qué? No sé, quizás porque fue el mes en el que empecé a plantearme esto y aquello, o porque es temporada alta de niños en busca de sus vacaciones. Bueno, que me desvío por tus caminos. Siempre llevaste su nombre, siempre. Sentía que volabas a mi lado, pero cada vez que alzaba mis manos, remontabas el vuelo y escapabas de mis garras como si fuera un depredador en busca de su presa. Y sí, volar es lo que hace el tiempo, y con él pareces haber llegado a manos de un viejo intrépido llamado desamor. Dime por qué escribes miles de interrogaciones, o mejor dicho, marcas como tatuajes difíciles de borrar…

Rte: Corazón vacío, -1M, Infinito a la izquierda.

El corazón era pequeño, y el amor a lo grande.

Recuerdo que era una noche de invierno. El cielo aún olía a pólvora quemada por los fuegos artificiales que intentaban animar aquellas naricillas rojas y heladas por el frío, de los pocos transeúntes de las calles cercanas a la catedral. El cielo reflejaba nubes de tormenta, como aquéllas que se desataban en mi interior. Recuerdo que no pude más. Demasiadas horas sin verte, contadas en segundos que provocaban delirios sólo de pensarlas. Demasiados días tachados en el calendario, sumida en la inconsciencia. Pasaron años en mi cabeza, en lo real no sabría decir. El anhelo de salir y repetir esa sensación es constante, no sé si por las ganas de buscarte o por poder convertirme en otra sombra más de aquel paisaje de viandantes sin camino…

Veranea en mí.

Chapotea, para que se disipen todas nuestras dudas. Bucea entre mis te quiero, que yo lo haré entre los tuyos. Surfea por cada línea de mi cuerpo, siente el sabor salado de todo lunar. Nada entre las sábanas de mi cuarto. Pesca todos los motivos que tenemos para sonreír. Salpícame de besos, ahógame entre tus caricias.

Deshoja las margaritas de la primavera, en la que todos sus pétalos digan: me quiere. Que las hojas otoñales caduquen a nuestro lado, que la nieve funda tu piel de mil pasiones. Que los rayos de tormenta veraniega imiten el brillo de nuestros ojos y los truenos sean la música de noches caladas de necesidad entre una suma que siempre será igual a dos.

Girar en torno a tu mirada.

Cuando sientas que miles de olas de insatisfacción que creían sí ser satisfechas, caen sobre ti como el error que cometí o cometimos, piensa en que me necesitas y bastará. Puedes buscar en la vieja agenda de los fantasmas del pasado y recordar todos los cubos de agua y jabón que usé para borrar los pintarrajos de tu corazón. Me mirarás y recordaré por fin el color de aquellos ojos que me hicieron perder la noción del tiempo. No sé si eran marrón chocolate tonalidad ilusión o despedida. Quizá vayan por días. Siempre estaré, es lo único que quiero que sepas, incluso hasta en la hora 25 del mes 13 en su día 32.