Tengo la sensación de que lo nuestro va a ser de película. Sí, ¿sabes? Lo típico, dos personas se encuentran por casualidad, viven un romance inolvidable y… Hablo de romance inolvidable, al menos por mi parte. ¿Y tú qué piensas?
Sigamos. Viven lo típico, pasan los años, ninguno olvida a otro, aunque vuelvo a hablar por mí, sigue pasando el tiempo, personas, y ven pasar más trenes que el jefe de una estación cualquiera, de ferrocarril o lo que sea. Pero es que los dos saben cuál es el problema. No quieren ese tren cualquiera, quieren su tren, el que fue inolvidable, el que paró poco tiempo, pero dejó grandes marcas en las vías, el que tuvo que repostar miles de veces, quizá el que no tenía los asientos más cómodos pero sí los más acogedores, en el que no podías dejar maletas porque él era cuanto necesitabas, el que te hacía volar aunque no podía despegarse de su camino. Pero hay otro problema. Probamos más trenes, y siempre hemos sabido que las comparaciones eran odiosas entre unos y otros. La cosa es que el tren vuelve a pasar. Y sí, lo cogemos, porque aunque no sea el mejor a simple vista, es en el que mejores ratos hemos pasado. ¿Dejas que compre tu billete? Pero sólo si limitas la fecha de ida, no quiero volver nunca si no es contigo.
¿Ves aquello? Son mis ganas de tenerte aquí de nuevo.
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