El corazón era pequeño, y el amor a lo grande.

Recuerdo que era una noche de invierno. El cielo aún olía a pólvora quemada por los fuegos artificiales que intentaban animar aquellas naricillas rojas y heladas por el frío, de los pocos transeúntes de las calles cercanas a la catedral. El cielo reflejaba nubes de tormenta, como aquéllas que se desataban en mi interior. Recuerdo que no pude más. Demasiadas horas sin verte, contadas en segundos que provocaban delirios sólo de pensarlas. Demasiados días tachados en el calendario, sumida en la inconsciencia. Pasaron años en mi cabeza, en lo real no sabría decir. El anhelo de salir y repetir esa sensación es constante, no sé si por las ganas de buscarte o por poder convertirme en otra sombra más de aquel paisaje de viandantes sin camino…